Quién de nosotros no suele fascinarse con los modelos a escala? Aún la me¿nte más despreocupada del entorno físico, tiende a detenerse a observar, casi con estupor infantil, las réplicas que manos dichosas reproducen por doquier de aquellas cosas a veces inalcanzables del mundo real para que podamos admirarlas de cerca. Historia, arqueología, arte; para algunos un simple hobby, para otros el recuerdo de un intento en su niñez, para Guillermo Rojas Bazán, ciertamente, un estilo de vida.



Guillermo es lo que podemos llamar “un modelista de estirpe”, es decir, de formación generacional que encuentra sus bases fundacionales en su propia familia. Sus modelos no son kits, sino que son íntegramente construidos por él utilizando diversos materiales. Su habilidad para reproducir con impresionante exactitud los aparatos que componen el resultado de su impecable trabajo, tiene una razón de ser que, como decíamos antes, nace en el seno mismo de su familia, tal puede apreciarse en su más que interesante historia personal.

 

Ahora bien, ¿quién es entonces la persona detrás del resultado?, ¿cómo se convierte en el artista detrás del arte?

 

Guillermo nos cuenta que todo comienza en realidad con su padre, un reconocido modelista en metal de quién heredaría algo más que el mismo primer nombre.


Así, en este camino de aprender nos comenta que allá por los años ’30 y ’40, publicaciones tales como “Model Airplane News” solían contener esquemas y planos de aeronaves (algunos de ellos con varios errores) confeccionados por artistas como William Wylam y Willis L. Nye, los cuales ayudarían a la explosión y el desarrollo de los modelos a escala. Si bien existían algunos kits de madera balsa en el mercado, los plásticos aún no habían hecho su aparición, motivo por el cual los modelistas se veían obligados a construir sus modelos mediante la técnica que se dio en llamar “scartching” o “scratchbuilding”, la cual implica fabricar piezas y elementos utilizando todo tipo de material a la mano que pudiera ser útil. Esto significa que el constructor es literalmente un “modelista”, porque debe dar forma al avión a partir de cero, utilizando cuanto le sea aplicable a ese propósito.

 

La necesidad de producir los modelos mediante scratching, impulsó la aparición de modelistas muy habilidosos, a los que el tiempo daría en llamar “Maestros del Sctrachbuilding”; el padre de Guillermo sería uno de ellos, ganándose incluso un lugar en ese mundo como uno de los precursores del uso del metal para la construcción de modelos a escala.


A pesar de que nunca dejaría de ser un hobby para él, algunos de los modelos del padre de Guillermo cobrarían resuelta notoriedad, tal como ocurriría en 1932 con un Junkers W-33, netamente hecho en metal corrugado con todas sus partes móviles controlables desde la cabina, expuesto durante la premiere de FP1 “No Contesta” (FP1 “Antwortet Nicht”) en Buenos Aires, o el Laté 25 utilizado por Antoine de Saint-Exupéry para surcar los cielos argentinos.

 

Haciendo a un lado el sueño de vivir como modelista profesional y abrazando desde joven una carrera como empleado bancario para poder dar una mejor vida a su familia, Guillermo padre y su esposa, una dedicada maestra de colegio secundario, verían el 23 de abril de 1949 nacer al segundo de sus cuatro hijos y ciertamente su primer varón, Guillermo.

Obviamente los primeros juguetes de Guillermo serían aviones, como también serían de esta temática sus primeras revistas y libros.

 

Para los años ’50 existía un especial fanatismo por la aviación en la Argentina, debido a que en nuestro país vivían diversas personalidades del ámbito como Kurt Tank, Adolf Galland, Werner Baumbach, Hans Rudel y Reimar Horten, a la vez que el “Pulqui II” era la estrella de la industria nacional. Aún en este contexto, el pequeño Guillermo mantenía una especial fascinación por dos viejos aviones de la Argentina de los años ’40, el Glenn-Martin 139 (B-10) y el Northrop 8A (A-17), es así que ambos aparatos constituirían sus primeros modelos, hechos en cartón tomando como referencia revistas y fotos de su padre. Años más tarde, justo en medio de la fiebre de los kits de plástico, incursionaría en la construcción de kits de las famosas marcas Lindberg y Aurora, completando finalmente toda la colección de la marca Airfix en escala 1/72.

Pero el “plastimodelismo” sería una actividad de paso para Guillermo, la cual abandonaría con el correr del tiempo para comenzar a trabajar completamente en scratch utilizando inicialmente madera y, finalmente, aluminio. Habiendo estudiado en una escuela técnica y luego de ser incluso músico y trabajar como ilustrador, es en el camino de este cambio, cuando afianzada su técnica su hobby se convierte en su profesión…

 


 

En lo sucesivo y tras conocer a su esposa, Clarisa, Guillermo se trasladaría a vivir a Israel, donde comienza a ser realmente reconocido internacionalmente y, finalmente, cerca de mediados de los ’90 y luego de pasar un tiempo viviendo en New York (USA), se radica definitivamente en Michigan, donde actualmente reside.

 

Dedicado desde 1990 casi en exclusividad a representar  aviones de la Segunda Guerra Mundial, Guillermo trabaja desde 1994 para Fine Art Models, una empresa norteamericana especializada en fabricar los modelos en escala de aviones, trenes, barcos y automóviles de la más alta calidad que pueda hallarse en el mercado. En su asignación actual, construye totalmente a mano los originales de aviones que luego un equipo de artesanos  copian (utilizando máquinas y fotograbados) en ''limited editions".


El material principal utilizado en su construcción es el aluminio, en varios tipos y aleaciones. En el mismo sentido, Guillermo no utiliza máquinas eléctricas a excepción del compresor para el aerógrafo, diferencia esta última que constituye un avance respecto a sus modelos construidos en Argentina para los tres museos, los cuales serían pintados literalmente a pulmón, es decir, soplando la pintura a través de un pulverizador de plástico. Si bien sus primeros modelos fueron construidos en escalas que varían desde 1/72 hasta 1/10, y todos los modelos que pertenecen al Museo Naval y al Museo de la Aviación Naval fueron realizados en escala 1/40, la escala elegida por Guillermo hoy en día para su trabajo es 1/15, debido a que la considera la más apropiada para lograr un súper-detallado en el tamaño más pequeño posible.  

 

Muchos de sus modelos poseen paneles removibles que permiten visualizar los motores, alojamientos de armamento e interiores, luces (navegación, posición, identificación, etc.) motores eléctricos para girar las hélices y, también, movimientos de alerones y timones, accionados desde la cabina a través de la palanca de mando y los pedales. Algunos modelos, como el F-4U “Corsair” y el F-6F “Hellcat” fueron construidos con las alas plegables.

Como el material empleado para su construcción es el aluminio (en varios grosores y tipos), y siendo este el material principal (en distintas aleaciones) con el que fueron construidos la mayoría de esos aparatos, el acabado es absolutamente realista; incluso, en algunos modelos ha utilizado tela en las superficies que así lo requieren (timones, flaps, alerones, etc.), y en otros, como el F-4U, también utilizó tela para el recubrimiento de la parte posterior de las alas, ya que de esa manera estaban construidas en las primeras versiones del avión real.

 

Resulta de gran interés caer en cuenta de los detalles que expresa el mismo Guillermo cuando nos llama a observar aquellos inherentes a la construcción de sus modelos versus las características de la realidad, como por ejemplo el hecho de que uno de los efectos más logrados al construir un modelo en aluminio, es el acabado similar a la superficie de un avión real por la ondulación producida en el metal debido al efecto del remachado contra los otros elementos (cuadernas, costillas, largueros). En ese sentido, Guillermo marca los remaches uno por uno, sin utilizar ruedas dentadas o engranajes, de manera de tratar de imitar en lo posible la terminación que tenían aquellos aparatos construidos en serie y a toda prisa por gente no especializada.


También nos relata lo ventajoso del uso del aluminio para la pintura "saltada", mostrando el verdadero metal debajo, como la utilización de ciertas técnicas muy "reales" tal lo es la de dejar varias semanas el modelo bajo el sol fuerte del verano (cuidando las partes transparentes y las gomas), o la utilización de fuego real en los caños de escape y bocas de ametralladoras y cañones. Finalmente, nos explica que la pintura también está aplicada siguiendo en lo posible el proceso real, ya que por el tamaño de los modelos no es necesario aplicar el ''efecto escala".

 

Otra característica por demás impresionante son sus acabados en “metal finish”, propios de muchos de los aparatos norteamericanos de la última parte de la Segunda Guerra Mundial, como los bombarderos B-17 y B-25.


La diferencia de tonalidades en el metal sin pintar, tan evidente en esta clase de modelos de Guillermo, es producto del distinto grosor y tipo de metal utilizado en cada panel. Precisamente, en la construcción de los mismos utiliza la misma técnica que la utilizada en la fabricación real del avión, es decir, paneles individuales de distinto tipo de aluminio, lo cual produce un acabado sumamente realista. Así las cosas, en su  B-17, por ejemplo, puede observarse que cada ''faja" en el recubrimiento es un elemento separado (no simulado), la cual se halla encimada sobre la faja anterior, siguiendo la típica técnica de la casa Boeing.Los modelos de aviones en escala de Guillermo Rojas Bazán, muchos de los cuales afortunadamente podemos disfrutar en imágenes en su sitio personal.

En 1981 Guillermo vende su primer modelo dando inicio a su carrera como modelista profesional. En ese año comienza a trabajar para el Museo Nacional de Aeronáutica y, casi  simultáneamente, es contratado por el Instituto Aeronaval para construir todos los tipos de aeronaves que volaron en la Aviación Naval Argentina desde su creación (87 diferentes tipos que abarcan toda su historia). Esa colección se encuentra en exposición permanente en el Museo Naval de la


Nación.Ante la imposibilidad de poder vivir de esta profesión en la Argentina, debido a la baja rentabilidad producto de la venta de sus modelos, en 1988 deja el país y se traslada a España, donde produce varios modelos para una galería de arte aeronáutico de Londres, los cuales luego serían vendidos a diversos coleccionistas de réplicas de aviones tanto de Europa como de los Estados Unidos.


No hay Arte sin Artista: Guillermo Rojas Bazan, creador de un mundo a escala

Por TFAV (RN) Maximiliano J. Lacobara

en página web del Instituto Aeronaval

el 30-6-2008